domingo, 13 de septiembre de 2009

El tiempo se consume y mis manos están llenas de ceniza


Siéntate y escucha sus pasos que se alejan. Cierra los ojos para no ver cómo tu sonrisa se te escapa de entre los dedos, acariciándolos por última vez. Siente de nuevo ese cosquilleo viajando desde las yemas hacia el brazo y congelándose en un escalofrío eterno que camina lentamente por tu cuerpo, helándote la sangre.

Siéntate y observa cómo tu vida se despide. Sufre el silencio que deja al marchar, rememora una y otra vez sus pasos y aquella última caricia, vuelve a sonreír.

Sonríe.

Con la mirada fija en el horizonte.

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