domingo, 12 de julio de 2009

Aquel niño enamorado del infinito

Siempre quise ser él, pero ha envejecido y se ha convertido en alguien aterrado por el paso del tiempo.

Un niño que guardaba sus ilusiones en una caja de metal y las escondía como si fueran un tesoro. Sueños rotos que se perdieron y que, aunque de mayor vuelva a encontrar esa caja mágica, seguirán perdidos en el tiempo.

Recuerdos que se acumulan en un desván, como trozos de cristales que se guardan, pero que ya sólo producen heridas al querer acariciarlos.

Porque a veces nos sentimos bien recordando tiempos pasados, tiempos alegres; pero también a veces, al recordar aquellos días, sentimos vértigo al ver lo mucho que todo ha cambiado.

Momentos que producen dolor y nostalgia al mismo tiempo. Heridas que se reabren para volver a sentir que estamos vivos.

Esa ilusión que tenía aquel niño que miraba al infinito.

La sonrisa inocente y la ilusión por todo, hasta que, de repente, se marchita.

¿En qué momento se pierde?¿en qué momento se olvida?

Día a día y todo sigue igual, nada cambia... ¿nada?... ¿qué no cambia?

Siempre quise ser él, y una vez lo conseguí, durante un tiempo, aunque no podría decir cuándo empezó, ni cuando terminó. Porque el tiempo pasa muy sutilmente como un ladrón sigiloso que cuando te quieres dar cuenta te ha robado el alma.

Siempre quise ser él, pero ha envejecido.

Y se ha convertido en mí.

1 comentario:

  1. Alguna vez todos nos hemos sentido así, viendo como todo se derrumba a nuestro al rededor enterrandonos en una gran montaña de mierda y deseando volver atrás, pero eso no se puede. Lo único que puedes hacer es luchar con uñas y dientas contra la adversidad para conseguir sobreponerte.

    Un abrazo, Al. ^^

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