domingo, 26 de julio de 2009

Asfixia

Sin aire en los pulmones buscaba alguien con quien hablar.

No había nadie

y yo me asfixiaba.

De repente escuché el silbido de una brisa imaginaria

y la inhalé sin piedad.

Con oxigeno en la sangre todo sabe mejor.

Pero seguía sin haber nadie

y volví a gritar tan fuerte como la vez anterior,

y de nuevo me quedé sin aire…


Y sin aire volví a gritar

y la misma respuesta hubo:

nadie me escuchó.


Dicen que, a veces, el silencio es la mejor respuesta,

pero yo necesito respirar

y a mi alrededor solo encuentro humo

y bocas vacías

que son chimeneas que contaminan la ciudad…


Entonces un aroma dulce impregnó mis sentidos,

todos mis sentidos.

Incluso ese que llevaba años durmiendo.

Era tan distinto su olor,

que no lo supe clasificar;

tan penetrante,

que aún conservo su mirada en mi retina;

tan suave, tan salvaje, tan puro…


Pero tan rápido como vino se fue

y de nuevo me volvió ese olor a hollín.


Vivo sin saber si aún perdura su aroma,

pero mis sentidos siguen despiertos,

y sin aire en los pulmones lo busco

para volver a respirar de nuevo.

1 comentario:

  1. Para escuchar algo hace falta callarse, sobre todo si te gritas a tí mismo.

    (Parece que te lo estás tomando en serio y todo)

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